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Al Tibidabo: coronando la cima de Barcelona.

Viernes pasado nos decidimos a hacer, nuevamente por el entorno de la Serra de Collserola, una ruta un poco más arriesgada en lo que afecta a la visibilidad; el recorrido seria Carretera de les Aigües, Ideal Pavillon y Tibidabo, incluyendo el paso por rincones históricos de Collserola, al tiempo que nos llevaría por algunas de las zonas preferidas de paseo de los barceloneses, siempre concurridas por caminantes, corredores y ciclistas.

La ruta propiamente la iniciamos en Monestir de Pedralbes, una de las muestras de gótico catalán más notables de Catalunya, en tanto que monasterio real, donde descansa la Reina Elisenda de Montcada; saliendo de aquí, subimos a través del Parc de l’Oreneta, antiguamente los terrenos de una finca rural, que fue asaltada al poco tiempo después del golpe de julio de 1936, de la que quedan tan solo algunos restos.

Tomando un atajo ascendiente, en breve nos plantamos en la Carretera de les Aigües, el camino continuó hacia la izquierda, siguiendo el popular paseo, donde, tal como nos esperábamos, levantamos curiosidad. A tal efecto, llevábamos unas tarjetas donde se describe brevemente nuestra actividad, para dar a aquellos más decididos que nos preguntaron.

Todavía en la Carretera de les Aigües, cogimos la bifurcación que lleva a la Font del Mont con la intención de encarar las escaleras del mismo nombre, un tramo más que respetable de 430 escalones que suponen un reto para la condición física de quien se enfrente a ellas. Por este camino se hace atajo hacia la parte superior de Vallvidrera y la carretera que lleva al Tibidabo, el objetivo final del día.

Con esto, y ya en el camino que asciende hacia la cima de 512 metros, no lo cogimos de inmediato, ya que antes optamos por desviarnos por la carretera hacia nuestra derecha, para llegar al conocido como Ideal Pavillon, un edificio de considerable interés a media altura en la vertiente de la montaña.

Quizá viendo su fachada actual no os llame especialmente la atención, pero el edificio es un antiguo hotel de lujo que funcionó en la década de los 20 del siglo pasado, y que después cambió de usos, pasando por el abandono hasta convertirse en los apartamentos que son ahora. Os recomiendo ver el vídeo que hemos enlazado en la fotografía de arriba.

Ahora si, y de nuevo en la bifurcación que lleva al Tibidabo, justo encima de las escaleras ya citadas, empezamos a subir el tramo final, cresteando hacia Tibidabo, ruta en la que, rozando el pié de la Torre de Collserola, y pasando por delante del acceso del parque de atracciones, acabamos en las puertas del templo de la cima de la montaña: el templo Expiatorio del Tibidabo, construcción de gran valor artístico, construido entre 1902 y 1960, reconocido alrededor del mundo como un sitio simbólico de la Ciudad Condal, y visible des de muchos quilometros alrededor.

Oriol optó por un ropaje de aire muy local, del tipo que podría llevar un vecino de la zona, en la época de la posguerra, para realizar una pequeña excursión a la sierra. Los pantalones de pana son una pieza muy asociada con ropa “de trabajo”en nuestra parte de Europa, y son muy adecuados para actividades de campo, siendo cómodos y resistentes. El único inconveniente, que la pana es un material nada “fresco”, pero como que lo más fuerte del verano ya ha quedado atrás, se pueden llevar sin mucho sacrificio. El sombrero viene a ser una gorra plana, nuevamente, típica de nuestras tierras.

La selección de ropa es bastante cercana a los estilos actuales como para no suscitar demasiada atención entre los viandantes pero tiene el tono retro que constituye en elemento identitario de estas salidas, y que la gente reconoce.

Por otro lado, Dani fue más atrás en “el armario del tiempo”, tomando como inspiración la apariencia de los que podríamos nombrar los pioneros en las actividades de ocio y lo que ahora llamamos “deportes de aventura”, en las cercanías de 1930. Los elementos más destacables son, seguramente, los pantalones tipo “breeches” embutidos en botas altas de cordones. La gorra es un modelo con un diseño peculiar, de cariz claramente sport. La camisa-polo tiene el popular cuello picudo, envuelto por una corbata de tipo casual – eso de corbata casual seguramente impresiona hoy día, cuando el uso de esta pieza esta básicamente asociado con prendas de vestir, pero en la época de referencia, llevar corbata estaba mucho más generalizado que ahora, siendo un complemento de uso cotidiano mucho más común, para cualquier actividad, y es por eso que hay más variedad, para atender los diferentes requisitos. Las corbatas de punto, normalmente más estrechas, de forma rectangular y con los extremos cuadrados y no picudos, eran una elección popular para completar conjuntos deportivos.

No hace falta decir que la aparición de una persona así vestida indefectiblemente atrae miradas, justamente porque el aspecto es muy característico de épocas muy lejanas, pero esto es lo que tiene el “retroexcursionismo”…

Oriol Miró Serra / Daniel Alfonsea Romero

2 de Octubre de 2020

Versión Catalana

Maquís, soldado y excursionista, recreación y patrimonio en la Vall de Sant Feliu

Y ya somos tres, permitiendo una triple linea de exposición, al tiempo que mantenemos la linea estrenada de poner en valor el patrimonio, quien sabe si el gancho para gente que no vea la recreación como motivo suficiente.

En el caso de la recreación se optó por un soldado de guerra civil, uniformado a modo de cazador de montaña, un maquis francés y un civil, figura necesaria para quien no quiera recrear de soldado.

En el caso de patrimonio, la ruta vuelve a salir de Santa Creu d’Olorda pasando por Torre del Bisbe, el antiguo monasterio de Valldonzella y el poblado íbero de la Penya del Moro, realizando como veis un trayecto de siglos de historia. Revalorizando en cierto modo un patrimonio nunca bastante conocido.

Cara a mi elección, Daniel (excursionista) y Enric (soldado) ya explicarán la suya, vino marcada para dar justicia a un papel a menudo despreciado en las recreaciones de segunda guerra mundial (o así era cuando lo hacia) y que sufre el mismo mito que el bando republicano en guerra civil española, CUALQUIER COSA SIRVE. El maquis, que de paso fue una continuación en la lucha de no pocos soldados republicanos.

La elección de la ropa fue relativamente fácil, atendiendo experiencias anteriores. Un pantalón resistente para ir a la montaña y camisa adecuados a la época, también resistentes, adecuados para terrenos no siempre amables al tiempo que colores verdes y caquis para buscar la confusión. Buena bota, mochila apta para pasar días a la intemperie combinando con el gorro de ala ancha de la semana pasada, que tan pronto protege del sol como de la lluvia. Añadiendo cartucheria francesa de MAS 36 (elección errónea según vi después y ya explicaré) que solo saqué para fotos, bolsa porta cargadores de fusil ametrallador chaterelault, brazalete de resistencia de les FTP y una replica de fusil Kar 98 de la marca Denix, que solo sacamos un momento y ya fuera de ruta. Y es que a pesar de reproducción y ser totalmente inutil, haría el efecto de arma a ojos no expertos, además de que no es legal llevarlo a la vista sin las autorizaciones pertinentes.

Ya entrando en detalles de la ruta, no fue una ruta excesivamente dura, dominando la bajada en la primera parte con alguna excepción y dominando la subida en la segunda parte, solo rota por la bajada de Penya del Moro a Vall de Sant Feliu. Que sin ser dura, si que se hizo notar en las piernas.

También cabe considerar que el hecho que el grupo aumentase hizo que la ruta fuera más amable comparándola con aquellas primeras rutas de julio donde iba solo, y es que seria absurdo negar que el hombre es un animal de grupo.

Quiero remarcar la valentía de Enric, que cuando comentamos el hecho que necesitavamos a alguien acostumbrado a andar con alpargatas un tramo de quilometros, le faltó tiempo en sacarse las botas y calzarse las alpargatas para hacer la subida de vuelta. Él ya comentará sus sensaciones en su parte.

Y para acabar, la elección equivocada de cartucheras, que si, que se correspondían a la arma del ejercito francés en segunda guerra mundial, y que había investigado si eran correctas o no, pero hasta con eso…fallé el tiro. Ya que cuando colgué las fotos en redes con relativo orgullo, muy temprano recibí comentarios de que me había equivocado y que eran de posguerra, de mayo del 45. Comentarios educados que van incluyeron enlaces que no había visto antes y que certificaban tal error, que tomo con respeto y agradecimiento. Ya que negar el error y no querer aprender no es buena actitud en recreación.

Respeto a la sesión de fotos con la reproducción de arma, fue en lugar aislado y podemos asegurar que nadie nos vio, que la sacamos de coche envuelta en una sabana y que tomamos toda precaución. Y, que a pesar de estar seguros que la gente lo hubiese entendido, preferimos no tomar riesgos.

Aunque hay algunos que creen que vestirse vintage en verano implica, indefectiblemente, pasar más calor que si nos ponemos el equivalente moderno, porque la ropa “antigua” es peor en ese aspecto, lo cierto es que eso no tiene por qué ser así. De hecho, podemos tener alguna que otra sorpresa.

El polo que llevaba en esta salida está confeccionado en algodón celular – un tejido que, curiosamente, se inspiró en el que se usaba para los guantes de rejilla de las señoras. El algodón celular se desarrolló en el Reino Unido, a finales del s. XIX, con la idea de obtener un tejido ventilado, que refrescara el cuerpo en verano, y apareció en 1889, nada menos. Las primeras prendas fueron de ropa interior, pero pronto se pasó a hacer camisas, e inmediatamente se empezó a asociar con actividades de “sport” y de ocio al aire libre, centrándose en eso la publicidad. Aertex es la denominación comercial que le dio a este tejido la empresa que lo introdujo; naturalmente, otras firmas diseñaron materiales parecidos con otros nombres.

Aparte de los aficionados al “sport”, el Aertex también vistió a los soldados en climas tropicales – por ejemplo, los soldados de S.M. Británica en el teatro de operaciones oriental, en la Segunda Guerra Mundial, fueron suministrados uniformes Aertex en el color jungle green propio de la zona, que dieron muy buen resultado.

En los años 60, el algodón celular fue siendo desplazado por las fibras de nylon. En cierta manera, pues, el Aertex es el antecesor de los modernos “tejidos técnicos”, tan comunes en los atuendos de los deportistas actuales.

El algodón celular, sin ser tan popular como en su momento, todavía está en producción, y se pueden conseguir prendas a través de, normalmente, firmas especializadas en estilo vintage o artículos para recreación – SJC (UK) es una de ellas. Como podéis observar en las fotos de detalle, se trata de un tejido ligero, perforado para facilitar la ventilación. Y ciertamente es muy fresco – como os podréis imaginar, un material que se consideró ideal para los uniformes de tropas destacadas en climas tropicales y húmedas en el Lejano Oriente, se comporta magníficamente en nuestro clima mediterráneo.

Saliendo de la Santa Creu d’Olorda (Molins de Rei) iniciamos camino hacia el monasterio abandonado de Valldonzella; los tres equipados con atuendos de época. Oriol ataviado como un integrante de los Francos-Tireurs e Partisanos(FTP), el movimiento de resistencia francesa creado por el partido comunista durante la ocupación Nazi; Dani vestido como un civil aficionado al excursionismo y un servidor ambientado como un soldado del Regimiento de Cazadores de Montaña.

Comprendiendo que, líneas arriba, los compañeros ya habrán explicado su uniformidad con más detenimiento me centraré en mi parte de uniformidad.

La equipación de topa de montaña utilizado por la salida ha constado de: camisa verde reglamentaria, guerrera de estilo inglés, pantalones noruegos, polainas largas, cartuchería reglamentaria de española, gorrillo con ribete verde (propio de las tropas de montaña), botines de piel girada y una mochila de estilo checoslovaca cargada con (de entre otros artículos) un par de alpargatas, una manta y un casco modelo Azaña 1938; todo con un peso a la mochila de 9 Kg aproximadamente.

La excursión constado de unos 6 o 7 kilómetros (mucho aproximadamente), desde Santa Cre ude d’Olorda hasta el monasterio abandonado de Valldonzella, después hasta poblado ibérico de la Penya del Moro (Sant Feliu de Llobregat) y, finalmente, deshacer el camino hecho hasta, otra vez, a Santa Cruz de Olorda; perfectamente unas 4 horas (más o menos).

Si bien este artículo no será un detallado resumen de la excursión, estará más enfocado hacia las sensaciones físicas y personales de hacer una caminata imitando la uniformidad de hace 80 años.

Entiendo que cualquier lector no pueda compartir aquello que explique por el sol hecho que estas líneas son la experiencia subjetiva de una vivencia; cada cual puede tener una percepción diferente de la misma realidad. Dicho esto, manos a la obra.

Los atuendos de época pueden resultar sorprendentes. Es extremadamente simple pero altamente funcional. Por ejemplo, la mochila no consta de ningún tipo de sistema de acolchado ni en las cintas de los hombros ni al dorso de esta; cosa que hace que se pueda notar con facilidad como el peso se concentra a los hombros y, a la larga, pueda hacer que se carguen las cervicales. Aun así, reitero que es sorprendente que en una mochila con una capacidad de un 15 – 20 litros se puedan meter 9 kilos de equipo y no te hagas polvo a los 5 minutos de andar.

Y ahora un pequeño experiemento del todo improvisado. Cuando quedaban poco más de 3 kilómetros para llegar de nuevo a Santa Creu d’Olorda hablábamos con los compañeros de mirar de hacer una ruta por montaña con alpargatas y, aprovechando que llevaba unas en la mochila por si hubiera cualquier contratiempo con el calzado que llevaba, hemos parado un momento para hacer el cambio de calzado y ver hasta qué punto se podía andar de forma dinámica con unas alpargatas de vetas. Pues vaya! Eran más cómodos que no los botines de piel girada. Y, sin querer posarme medallas y haciendo un esfuerzo de objetividad, hubiera podido aguantar unos 2 o 3 kilómetros más con las alpargatas.

Si cualquier persona quisiera probar de ir a hacer montaña con alpargatas hay que recordar que se tiene que tener cuidado. El esparto es un tejido que nafra con facilidad el pie, sobre todo si es nuevo. Por lo tanto mi consejo antes de aventurarse a hacer una caminata con alpargatas es: si estas son nuevas, limar la suela con papel de lija para suavizar el esparto. También hay que tener presente que es recomendable acostumbrar el pie al tacto “abrasivo” del esparto, así que si no estáis acostumbrados a andar con alpargatas, antes dedicaros a calzarlas por la calle o para hacer montaña ligera SIEMPRE con un calzado de repuesto.

VERSIÓN CATALANA

Oriol Miró Serra / Daniel Alfonsea Romero / Enric Torres Masjoan

17 de septiembre de 2020

Recrear i experimentar, la lona de camuflatge artesanal.

Text en castellà al final del text català.

Que recreació històrica i arqueologia experimental van de la mà es evident, ja que quan t’uniformes o vesteixes saps que passaràs a sentir el que marca la roba que portes al damunt. Però, i tot el que l’envolta?, també es possible que hagis hagut de fer reparacions a equips, cosa que implica en certa manera aquestes sensacions.

Avui, però, he passat a crear un equip exterior, tot basant-me en una lectura que per desgracia no puc recordar i en la que explicava com creaven una lona de camuflatge tot bullint una peça de roba en pi i plantes del terreny.

La peça escollida per fer l’experiment ha estat un vell llençol tacat de pintura que tenia destinat ser draps, de manera que si l’invent no sortia bé, els draps es feien igual.

El següent va ser la tria de vegetació, sent el llorer del pati la base i afegint alguns cigrons que tenia per casa, tot al foc i au a iniciar l’experiment.

Primer de tot…la olla no es tan gran i si posava massa aigua sobreeixia, de manera que no ha quedat més remei que anar remenant per fer que el resultat quedés si fa no fa igual. Cosa que es va fer vora dos hores de temps, que va donar per aconseguir un verd prou interessant, per bé que apagat, i que si bé trencava el blanc de l’original no m’acabava de fer el pes.

I si bé ja s’havia demostrat que el que es deia al llibre era cert, he de confessar que el resultat no m’acabava d’atraure, quedant a l’aire si el llençol acabava com a draps, cosa que de fet, ha estat apunt de passar.

Però nois, el destí, o el fet de trobar una branca de pi caiguda mentre passejava la gossa li ha donat la segona oportunitat, fent aquesta vegada la mescla de pi i altre cop llorer, repetint el ja descrit però vora tres horetes, veient ben aviat que aquesta vegada l’enfosquiment era superior i que no seria ni marró ni verdós, més aviat grisós. Resultat que dono per bo. Si no fos que al mostrar el fet a les xarxes vaig rebre nombrosos consells de gent que ho ha fet abans que jo.

Des de posar un a peça de ferro vell mentre es bull per fixar el color, i de pas colors més freds, a diferents ingredients per bullir i així aconseguir colors diferents tot passant per consells de teixit natural i ja vell. Decidint-me per un tercer bullit amb ferro vell, de no més de hora i mitja, que si bé no va modificar el color em fiaré de que va fixar el color.

Ara sí donant per acabat l’experiment, molt profitós per veure que una cosa llegida era certa, malgrat el resultat ben segur que es millorable.

Oriol Miró Serra

13 de setembre de 2020

Recrear y experimentar, la lona de camuflaje artesanal.

Que recreación histórica y arqueología experimental van de la mano es evidente, ya que cuando te uniformas o vistes sabes que pasarás a sentir lo que marca la ropa que llevas encima. Pero, y ¿todo lo que lo rodea?, también es posible que hayas necesitado hacer reparaciones a equipos, cosa que implica en cierto modo estas sensaciones.

Hoy, pero, he pasado a crear un equipo exterior, basándome en una lectura que por desgracia no puedo recordar y en la que explicaba como creaban una lona de camuflaje hirviendo una pieza de ropa en pino y plantas del terreno.

La pieza elegida para hacer el experimento ha sido una vieja sabana manchada de pintura que tenia destinado ser trapos, de modo que si el invento no salia bien, los trapos se hacían igual.

Lo siguiente fue la elección de la vegetación, siendo el laurel del patio la base y y añadiendo algunos garbanzos que tenia por casa, todo al fuego y arrancamos el experimento.

Primero de todo…la olla no es tan grande y si ponía demasiada agua sobresalía, de modo que no ha quedado más remedio que ir removiendo para hacer que el resultado quedase más o menos igual. Cosa que se hizo alrededor de dos horas de tiempo, que dio para conseguir un verde bastante interesante, aunque apagado, y que si es cierto que rompía el blanco original no me acababa de convencer.

Y si ya se había demostrado que lo que se decía en el libro era cierto, debo confesar que el resultado no me acababa de atraer, quedando en el aire si la sabana acababa como trapos, cosa que de hecho, ha estado apunto de pasar.

Pero chicos, el destino, o el hecho de encontrar una rama de pino caída mientras paseaba la perra le ha dado una segunda oportunidad, haciendo esta vez la mezcla de pino y otra vez laurel, repitiendo lo ya descrito pero alrededor de tres horitas, viendo muy temprano que esta vez el oscurecimiento era superior y que no seria ni marrón ni verde, más bien grisáceo. Resultado que doy por bueno. Si no fuese que al mostrar lo hecho en redes recibí numerosos consejos de gente que lo ha hecho antes que yo.

Des de poner una pieza de hierro viejo mientras hierve para fijar el color, y de paso colores más fríos, a diferentes ingredientes para hervir y así conseguir colores diferentes hasta pasando por consejos de tejido natural y ya viejo. Decidiéndome por un tercer hervido con hierro viejo, de no más de hora y media, que si bien no modificó el color me fiaré que fijó el color.

Ahora si dando por terminado el experimento, muy provechoso por ver que una cosa leída era cierta, a pesar que el resultado seguro que es mejorable.

Oriol Miró Serra

13 de septiembre de 2020

A Castellciuró y Sant Pere de Romaní, patrimonio y recreación juntos.

Por esta vez nos decidimos por la vertiente civil, buscando ropa de excursionismo, y cogiendo una ruta que nos llevase por elementos patrimoniales del Parc Natural de Collserola. Enlazando dos actividades que si en un principio consideremos que recorren caminos separados, se demuestra que recreación histórica y conocimiento de patrimonio pueden caminar juntos. Si es que no es el camino real a seguir.

La ruta elegida, fue salir de Santa Creu d’Olorda hacia Castellciuró, y de allí a Sant Pere de Romaní para volver al punto de origen cresteando hasta encontrar la Font de la Tartana para recuperar el camino que no hacia tanto rato habíamos bajado. Resultando una ruta que nos lleva por fortificaciones medievales, ermita románica y telegrafía óptica en muy poco espacio de tiempo. Y todo esto al tiempo que se evoca a otros tiempos de excursionismo.

Respeto la ropa, optamos por la doble linea de excursionismo, siendo mi caso uno de montaña media alta que se componía por botes de caña alta, pantalones duros y resistentes, camisa blanca (necesaria para romper el caqui que me teníais visto últimamente), gorro de ala ancha y mochila «de las de antes» con el triangulo metálico en la espalda, cargada con lo necesario para una salida matinal.

Todo esto coronado por una vieja maquina de fotografiar Kodak Junior 620 que nos situaría todavía más en el papel de excursionistas que descubren o redescubren el patrimonio.

Las sensaciones, que en el fondo es el que se busca con la arqueología experimental, fueron variadas. El calor se puede deber tranquilamente a la ropa elegida y que todavía estábamos a mes de agosto, pero, y siendo sinceros. Más de un recreador os dirá que el calor viene intrínseco en «el oficio».

La bota alta ejerce de polaina a la perfección, dotando de protección pies y tobillos por monte bajo, agilizando el paso.

Respeto a la mochila, este es el gran cambio, ya que si a mi no no me viene de nuevo el hecho de llevar mochila, las características de esta se hacen sentir. Y es que las actuales son mucho más ligeras, aunque su forma hizo que la sensación de estar bien puesta fuese en cierta manera más firme que algunos modelos que se pueden”gastar” ahora. Aunque ya hacia el final de la ruta podías notar como el arco que hace que se ajuste a la riñonada se clavaba un poco, cosa que atribuiremos a la falta de costumbre.

Para esta salida, escogí una indumentaria más veraniega; así que elegí un polo de manga corta, éste con una textura conocida como waffle y un cuello con forma de punta de lanza o spearpoint. Estos detalles lo hacen ostensiblemente diferente de un polo moderno, normalmente hecho del típico algodón «piqué» y con cuello de dimensiones más reducidas.

Los pantalones son unos shorts, pero con un patrón del tipo utilizado en los años 30-40, marcadamente más generoso en dimensiones si el contrastamos con la moda actual. Se corresponden a una de las variantes de los shorts utilizados por el ejército británico como parte del uniforme de algodón dril (un material resistente, comparable al denim) para clima tropical: oficialmente, Khaki Drill, Shorts. Vale la pena aclarar que, para los británicos, el caqui es un color arena, no una tonalidad verdosa como lo es para nosotros. Como curiosidad, sabed que la palabra es originalmente proveniente del indostaní, una lengua de la India, y significa «del color del polvo». Los británicos tomaron prestada la palabra cuando empezaron a equipar, en 1846, a los soldados del ejército colonial de aquellos lugares, con uniformes de un color discreto.

Para terminar, el cubrecabezas es una gorra de paneles, con pliegues en la parte posterior, de algodón más ligero.

Estas piezas son de fabricantes o artesanos especializados en reproducciones de modas de época, a saber: el polo, SJC (UK), los pantalones, «Soldier of Fortune» (UK), y la gorra, Barry Simonds (USA).

La impresión general es la de un excursionista equipado para una salida «ligera». Como ya mencioné en el artículo anterior, los detalles específicos de la ropa, y la manera de combinarla con complementos apropiados, son los elementos que transmiten un aire vintage inconfundible, incluso para el público profano.

Otra observación: si se incorporan piezas de excedente militar en un conjunto civil, lo que puede ser perfectamente plausible, es aconsejable combinarlas con piezas claramente «de paisano», tanto en estilo como en colores, para evitar una imagen demasiado «paramilitar».

Oriol Miró Serra / Daniel Alfonsea Romero

10 de septiembre de 2020

VERSIÓN CATALANA

Cap al Tibidabo…d’uniforme. Segon dia d’experimentació d’uniforme. La ocultació.

Avui el dia s’ha llevat ennuvolat, de fet ha plogut i tot a la nit, de manera que s’ha presentat una temperatura d’allò més raonable per enfundar-se de nou l’uniforme i, aquesta vegada improvisar. Triant la base de l’anterior sortida però afegint una branca d’ametller a mode de bastó, el cartutxerí de sanitat i el gorret del mateix ram. Afegint una variant de gorra noruega que aquí es va utilitzar per fer els trams més urbans i evitar possibles mirades, que no es poden evitar totes…

Arribar a la Carretera de Vallvidrera via escales de Font del Mont no ha tingut més dificultat que la de trobar la posició de la cartutxera i la física, i es que la pujada s’ho val. Agafant des de la carretera el camí de terra que careneja i arriba fins Torre de Collserola, on he trobat una parella amb nen que m’ha donat la oportunitat d’explicar que feia i que es la recreació. No sé si han marxat molt convençuts, però ho han entès. Aquest tram ha estat duret a causa de la natura relliscosa del terreny, fent servir el bastó en més d’una ocasió, i seguint cap al cim del Tibidabo, on no he arribat per desviar-me vers la font de la Budellera per anar a fer un mos en un lloc en condicions.

Que un uniforme llueixi, per mirar l’hora un rellotge, tal vegada requisat a algun mort…

Un cop refetes les forces i beguda l’aigua d’aquesta magnifica font, ha tocat tornar, via Vallvidrera fins a Turó d’en Corts, no presentant aquest tram cap dificultat. La dificultat ha començat tot baixant del turó, on altre cop el bastó ha estat de gran ajuda donada la natura relliscosa del terreny de nou que s’unia a la falta de sola que presenten les botes, que fa mirar com i on trepitges, tal com vam comentar en l’anterior article.

Però, i ja que hi érem, he aprofitat per fer una foto buscant la confusió dels colors ocres i verds amb el terreny. Cert que haureu de posar un xic d’imaginació comparant amb robes de colors més vius que es solen portar ara. En aquest punt haureu de disculpar la foto, però es que cinc segons no donen per tant, però confio que la imatge us faci el fet demostratiu.

Però no s’ha acabat allà l’experiment, i es que ja sota la carretera de les aigües he vits un bon lloc per experimentar el «fer-se petit».

Altre cop, haureu de disculpar la posició, però confio que es vegi la importància de la posició corporal, ja que es l’únic factor que ha canviat. Mateix lloc, mateix angle, diferent posició, de manera que de ben segur apreciareu la diferencia. I òbviament que m’hagués pogut estirar del tot, però aleshores només haguéssiu vist plantes.

I ara si, ja només ha quedat tornar, donant per acabat l’experiment del dia. Que tot i no tenir un guió especific qualificaria d’allò més profitós.

Oriol Miró Serra.

16 de Juliol de 2020.

Un simple moviment de ajupit a estirat, i fa que siguis menys visible