El soldado del ejercito Popular de la República.
Después del golpe de estado de julio de 1936, como bien sabréis, una de las medidas para parar la sublevación fue disolver las unidades rebeldes, con la esperanza que esto debilitase a los golpistas. Haciendo que ese golpe de estado fuese fácilmente resoluble con las fuerzas del orden fieles al gobierno legitimo de la República Española.
Como ahora sabemos, esta medida fue absolutamente desastrosa para los leales al gobierno, que a pesar de organizarse militarmente en base a columnas y milicias más o menos bien preparadas, poco pudieron hacer contra un ejercito que había mantenido la estructura militar y la utilizaba con toda su eficacia. Convirtiendo un cantidad de territorios alejados entre si en una zona compacta y comunicada al tiempo que empezaba el asedio sobre Madrid.
Hecho quizás, sin descartar otros, que llevó al gobierno de la República Española a crear un nuevo ejercito en octubre de 1936. El Ejercito Popular de la República, que entre entre otras cosas cambió la estructura, les divisas y la uniformidad. Uniformidad ahora presentada para vosotros.

Empezando de arriba a abajo y de dentro hacia fuera, encontramos un casco checoslovaco modelo 1930, que que llegó por los alrededores de la Batalla del Jarama (febrero 1937), frente norte y ya pasando al resto de frentes. Acabando siendo uno de los cascos icónicos del ejercito republicano. Teniendo que reconocer que el ejercito checoslovaco ya lo estaba cambiando, y casi diríamos que solo veremos este tipo de casco en combate en España y China.
Casco puesto encima del gorrillo cuartelero, un isabelino sin borla, a modo de proporcionar una protección extra contra las temperaturas frías.

Ahora en cuerpo y piernas, encontramos una mezcla de pantalón del tipo recto, que vino a sustituir los granaderos, lo que combina con una guerrera modelo 26 sin bolsillos inferiores, cosa que indica que es posterior al cambio de julio de 1931. Guerrera que va encima de una camisa, también de color caqui, que bien podría ser la reglamentaria española o la francesa, que llegó en numero abundante en ambos bandos. Y es que debemos entender que nos encontramos en una guerra que ha dividido la industria del país, y una cosa es el teórico uniforme, y la otra la realidad. Aunque tenemos que huir de la leyenda del CUALQUIER COSA SIRVE, que ha más mal que bien.

Dirigiéndonos al calzado, encontramos los Borceguis, el calzado reglamentario de preguerra y en consecuencia de guerra. Evidentemente, de nuevo nos encontramos en un teórico que debemos perseguir y adoptar en lo posible, ya que con él siempre acertareis, a pesar que es verdad que una alpargata o una bota civil de mejor calidad no seria extraña de ver en absoluto, y es que ya hemos explicado el hecho de un país con la industria dividida.
Esto respeto a la ropa, pasando por cabeza y calzado, momento en que entraremos en el equipo de combate. Que definiremos por el fusil Moisin-Nagant ruso, en este caso, llegado en cifras de alrededor de cuarto de millón para armar un ejercito necesitado de armamento, y la cartuchería modelo Carniago, lo reglamentario español preguerra.
Compuesto por tres cartucheras con capacidad para cincuenta tiros cada una, unidas por un ceñidor y una Y que unía la que queda detrás con las dos de delante.

Complementando cartucheras y fusil con la correspondiente bayoneta y su funda, que aunque no muy numerosa, si que hubo fundas para esta peligrosa arma blanca.

Y, con esto, hemos hecho la base de combate, pero tendríamos un soldado todavía des-equipado, ya que hemos olvidado la protección contra el frio, y el continente de las escasas pertenencias que puede tener un soldado.
La lucha contra el frio la lleváis viendo en casi todas las fotos, una manta de soldado con un agujero para poder pasar la cabeza, haciendo esta la función de capote. Sabemos que existía un capote reglamentario, pero, y ya no es la primera vez que aparece esta circunstancia en lo que llevamos leído, nos encontramos en un ejercito que se ha dividido de modo inesperado, y en consecuencia faltan ciertas cosas. De modo que una solución muy esparcida contra el frio y la lluvia fue esta.

Caminando, y ya acabando con el equipo, hacia el reglamentario zurrón, más capaz de lo que puede parecer a primera vista. Siendo capaz para los útiles de limpieza del soldado, plato y cubiertos, cantimplora en este caso y algunas latas y «chuscos» de pan, alimentación de campaña en una época donde todavía no se habían diseñado raciones de campaña portátiles y equilibradas.

Es aquí que reconocemos que definir el uniforme del EPR (Ejercito Popular de la República), y en cierta medida el nacional…, no deja de ser una tarea difícil, y es que las necesidades en urgencia hacen que la regularidad en importaciones o fabricaciones no sea siempre la adecuada.

Pero este hecho no nos tiene que hacer aceptar cualquier ropa civil en la mezcla de uniforme, cosa que nos llevaría más a la época miliciana que a la de un ejercito regulado.
Nuestro objetivo tiene que ser parecer un ejercito, como así pretendió el gobierno de la república, cosa que, como recreadores estamos pretendiendo, aunque esto, en la practica signifique entrar en una estudiada «multiformidad», que puede variar según el frente a tratar. Motivo por el cual nunca tenéis que sacar el estudio de vuestras disciplinas.

Oriol Miró Serra
Fotografiá: Diego Muñoz Fe
20 de noviembre de 2020
Bibliografía:
Atlas ilustrado de Armas y Uniformes de la Guerra Civil Española, Susaeta Ediciones.
Las Armas de la Guerra Civil Española, La Esfera de los Libros S.L., 2006
Revista Soldiers n 10, juliol 1996.
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