Maquís, soldado y excursionista, recreación y patrimonio en la Vall de Sant Feliu

Y ya somos tres, permitiendo una triple linea de exposición, al tiempo que mantenemos la linea estrenada de poner en valor el patrimonio, quien sabe si el gancho para gente que no vea la recreación como motivo suficiente.

En el caso de la recreación se optó por un soldado de guerra civil, uniformado a modo de cazador de montaña, un maquis francés y un civil, figura necesaria para quien no quiera recrear de soldado.

En el caso de patrimonio, la ruta vuelve a salir de Santa Creu d’Olorda pasando por Torre del Bisbe, el antiguo monasterio de Valldonzella y el poblado íbero de la Penya del Moro, realizando como veis un trayecto de siglos de historia. Revalorizando en cierto modo un patrimonio nunca bastante conocido.

Cara a mi elección, Daniel (excursionista) y Enric (soldado) ya explicarán la suya, vino marcada para dar justicia a un papel a menudo despreciado en las recreaciones de segunda guerra mundial (o así era cuando lo hacia) y que sufre el mismo mito que el bando republicano en guerra civil española, CUALQUIER COSA SIRVE. El maquis, que de paso fue una continuación en la lucha de no pocos soldados republicanos.

La elección de la ropa fue relativamente fácil, atendiendo experiencias anteriores. Un pantalón resistente para ir a la montaña y camisa adecuados a la época, también resistentes, adecuados para terrenos no siempre amables al tiempo que colores verdes y caquis para buscar la confusión. Buena bota, mochila apta para pasar días a la intemperie combinando con el gorro de ala ancha de la semana pasada, que tan pronto protege del sol como de la lluvia. Añadiendo cartucheria francesa de MAS 36 (elección errónea según vi después y ya explicaré) que solo saqué para fotos, bolsa porta cargadores de fusil ametrallador chaterelault, brazalete de resistencia de les FTP y una replica de fusil Kar 98 de la marca Denix, que solo sacamos un momento y ya fuera de ruta. Y es que a pesar de reproducción y ser totalmente inutil, haría el efecto de arma a ojos no expertos, además de que no es legal llevarlo a la vista sin las autorizaciones pertinentes.

Ya entrando en detalles de la ruta, no fue una ruta excesivamente dura, dominando la bajada en la primera parte con alguna excepción y dominando la subida en la segunda parte, solo rota por la bajada de Penya del Moro a Vall de Sant Feliu. Que sin ser dura, si que se hizo notar en las piernas.

También cabe considerar que el hecho que el grupo aumentase hizo que la ruta fuera más amable comparándola con aquellas primeras rutas de julio donde iba solo, y es que seria absurdo negar que el hombre es un animal de grupo.

Quiero remarcar la valentía de Enric, que cuando comentamos el hecho que necesitavamos a alguien acostumbrado a andar con alpargatas un tramo de quilometros, le faltó tiempo en sacarse las botas y calzarse las alpargatas para hacer la subida de vuelta. Él ya comentará sus sensaciones en su parte.

Y para acabar, la elección equivocada de cartucheras, que si, que se correspondían a la arma del ejercito francés en segunda guerra mundial, y que había investigado si eran correctas o no, pero hasta con eso…fallé el tiro. Ya que cuando colgué las fotos en redes con relativo orgullo, muy temprano recibí comentarios de que me había equivocado y que eran de posguerra, de mayo del 45. Comentarios educados que van incluyeron enlaces que no había visto antes y que certificaban tal error, que tomo con respeto y agradecimiento. Ya que negar el error y no querer aprender no es buena actitud en recreación.

Respeto a la sesión de fotos con la reproducción de arma, fue en lugar aislado y podemos asegurar que nadie nos vio, que la sacamos de coche envuelta en una sabana y que tomamos toda precaución. Y, que a pesar de estar seguros que la gente lo hubiese entendido, preferimos no tomar riesgos.

Aunque hay algunos que creen que vestirse vintage en verano implica, indefectiblemente, pasar más calor que si nos ponemos el equivalente moderno, porque la ropa “antigua” es peor en ese aspecto, lo cierto es que eso no tiene por qué ser así. De hecho, podemos tener alguna que otra sorpresa.

El polo que llevaba en esta salida está confeccionado en algodón celular – un tejido que, curiosamente, se inspiró en el que se usaba para los guantes de rejilla de las señoras. El algodón celular se desarrolló en el Reino Unido, a finales del s. XIX, con la idea de obtener un tejido ventilado, que refrescara el cuerpo en verano, y apareció en 1889, nada menos. Las primeras prendas fueron de ropa interior, pero pronto se pasó a hacer camisas, e inmediatamente se empezó a asociar con actividades de “sport” y de ocio al aire libre, centrándose en eso la publicidad. Aertex es la denominación comercial que le dio a este tejido la empresa que lo introdujo; naturalmente, otras firmas diseñaron materiales parecidos con otros nombres.

Aparte de los aficionados al “sport”, el Aertex también vistió a los soldados en climas tropicales – por ejemplo, los soldados de S.M. Británica en el teatro de operaciones oriental, en la Segunda Guerra Mundial, fueron suministrados uniformes Aertex en el color jungle green propio de la zona, que dieron muy buen resultado.

En los años 60, el algodón celular fue siendo desplazado por las fibras de nylon. En cierta manera, pues, el Aertex es el antecesor de los modernos “tejidos técnicos”, tan comunes en los atuendos de los deportistas actuales.

El algodón celular, sin ser tan popular como en su momento, todavía está en producción, y se pueden conseguir prendas a través de, normalmente, firmas especializadas en estilo vintage o artículos para recreación – SJC (UK) es una de ellas. Como podéis observar en las fotos de detalle, se trata de un tejido ligero, perforado para facilitar la ventilación. Y ciertamente es muy fresco – como os podréis imaginar, un material que se consideró ideal para los uniformes de tropas destacadas en climas tropicales y húmedas en el Lejano Oriente, se comporta magníficamente en nuestro clima mediterráneo.

Saliendo de la Santa Creu d’Olorda (Molins de Rei) iniciamos camino hacia el monasterio abandonado de Valldonzella; los tres equipados con atuendos de época. Oriol ataviado como un integrante de los Francos-Tireurs e Partisanos(FTP), el movimiento de resistencia francesa creado por el partido comunista durante la ocupación Nazi; Dani vestido como un civil aficionado al excursionismo y un servidor ambientado como un soldado del Regimiento de Cazadores de Montaña.

Comprendiendo que, líneas arriba, los compañeros ya habrán explicado su uniformidad con más detenimiento me centraré en mi parte de uniformidad.

La equipación de topa de montaña utilizado por la salida ha constado de: camisa verde reglamentaria, guerrera de estilo inglés, pantalones noruegos, polainas largas, cartuchería reglamentaria de española, gorrillo con ribete verde (propio de las tropas de montaña), botines de piel girada y una mochila de estilo checoslovaca cargada con (de entre otros artículos) un par de alpargatas, una manta y un casco modelo Azaña 1938; todo con un peso a la mochila de 9 Kg aproximadamente.

La excursión constado de unos 6 o 7 kilómetros (mucho aproximadamente), desde Santa Cre ude d’Olorda hasta el monasterio abandonado de Valldonzella, después hasta poblado ibérico de la Penya del Moro (Sant Feliu de Llobregat) y, finalmente, deshacer el camino hecho hasta, otra vez, a Santa Cruz de Olorda; perfectamente unas 4 horas (más o menos).

Si bien este artículo no será un detallado resumen de la excursión, estará más enfocado hacia las sensaciones físicas y personales de hacer una caminata imitando la uniformidad de hace 80 años.

Entiendo que cualquier lector no pueda compartir aquello que explique por el sol hecho que estas líneas son la experiencia subjetiva de una vivencia; cada cual puede tener una percepción diferente de la misma realidad. Dicho esto, manos a la obra.

Los atuendos de época pueden resultar sorprendentes. Es extremadamente simple pero altamente funcional. Por ejemplo, la mochila no consta de ningún tipo de sistema de acolchado ni en las cintas de los hombros ni al dorso de esta; cosa que hace que se pueda notar con facilidad como el peso se concentra a los hombros y, a la larga, pueda hacer que se carguen las cervicales. Aun así, reitero que es sorprendente que en una mochila con una capacidad de un 15 – 20 litros se puedan meter 9 kilos de equipo y no te hagas polvo a los 5 minutos de andar.

Y ahora un pequeño experiemento del todo improvisado. Cuando quedaban poco más de 3 kilómetros para llegar de nuevo a Santa Creu d’Olorda hablábamos con los compañeros de mirar de hacer una ruta por montaña con alpargatas y, aprovechando que llevaba unas en la mochila por si hubiera cualquier contratiempo con el calzado que llevaba, hemos parado un momento para hacer el cambio de calzado y ver hasta qué punto se podía andar de forma dinámica con unas alpargatas de vetas. Pues vaya! Eran más cómodos que no los botines de piel girada. Y, sin querer posarme medallas y haciendo un esfuerzo de objetividad, hubiera podido aguantar unos 2 o 3 kilómetros más con las alpargatas.

Si cualquier persona quisiera probar de ir a hacer montaña con alpargatas hay que recordar que se tiene que tener cuidado. El esparto es un tejido que nafra con facilidad el pie, sobre todo si es nuevo. Por lo tanto mi consejo antes de aventurarse a hacer una caminata con alpargatas es: si estas son nuevas, limar la suela con papel de lija para suavizar el esparto. También hay que tener presente que es recomendable acostumbrar el pie al tacto “abrasivo” del esparto, así que si no estáis acostumbrados a andar con alpargatas, antes dedicaros a calzarlas por la calle o para hacer montaña ligera SIEMPRE con un calzado de repuesto.

VERSIÓN CATALANA

Oriol Miró Serra / Daniel Alfonsea Romero / Enric Torres Masjoan

17 de septiembre de 2020

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